El reciente rechazo de la Resolución de Calificación Ambiental del proyecto Dominga, que contó con una recomendación favorable de aprobación por parte del Servicio de Evaluación Ambiental de la Región de Coquimbo, no es una buena señal ni contribuye a mejorar el ambiente de negocios para el desarrollo de proyectos mineros en el país.
Dominga, con una vida útil estimada de 26,5 años, inversión de U$ 2.500 millones, que daría empleo a cerca de 10.000 personas en la etapa de construcción y 1.500 personas durante la operación, y una producción de 12.000.000 toneladas de concentrado de hierro y 150.000 de concentrado de cobre al año, ha sido rechazado a nivel regional, después de tres años de evaluación. Sus dueños, de querer perseverar, deberán probar suerte en el Comité de Ministros, para ver si en esta instancia política logran revertir la decisión.
Las economías ricas en recursos naturales cuentan con una fuente adicional de crecimiento, pero no siempre es bien aprovechada, y lo que es peor, muchas veces termina transformándose más en una maldición que en una bendición.
En la última década, el PIB del sector minero ha representado entre el 10% y 25% de la economía nacional, y las exportaciones mineras representan más del 50% de las ventas totales al exterior, con un aporte al fisco que ha fluctuado entre el 6% en 2015 y 34% en el año 2006.
Desgraciadamente, durante los últimos años, la inversión en la gran minería ha caído desde US$ 15mil millones en 2013 a US$ 10 mil millones en 2015, y la cantidad de empleos del sector minero se ha reducido desde 885 mil en 2013, entre directos e indirectos, a 710 mil en 2016.
En esto ha incidido la caída del precio del cobre y de otros minerales en los mercados internacionales, pero también existen factores internos importantes, como el gran aumento en los costos de producción.
Pero, por sobre todo, ha existido un fuerte incremento en los costos de remuneraciones propias y de contratistas, costo que ha aumentado desde un 20% de los costos totales en el período 2005-2007, a un 60% el año 2014; y que de manera importante responde a una captura de las rentas mineras por parte de los empleados, en desmedro de mayores rentas para las arcas fiscales, los accionistas de las empresas y el país.
También, y junto con el aumento de costos, las condiciones para el desarrollo de proyectos mineros se han deteriorado visiblemente, como da cuenta el índice de atractivo para inversión minera que publica el Fraser Institute, y donde el país fue superado por Perú. Si en 2015, Chile ocupaba el lugar 11 y Perú el 36, el año 2016, Chile cae estrepitosamente al lugar 38 y Perú sube al 28 en el ranking.
El deterioro en el ranking de Chile en su atractivo para la inversión minera no es un hecho aislado, y se suma al deterioro de la posición del país en otros indicadores o rankings internacionales, como, por ejemplo, el Doing Business o el ranking de productividad, entre otros, lo que debe ser materia de profunda preocupación respecto del desarrollo futuro del país. El rechazo a Dominga solo empeora esta situación.