Algunos retos clave que enfrenta Chile para el crecimiento, el desarrollo y la movilidad social*
Desde mediados de la década pasada hasta el año 2014, los países de América
Latina abundantes en recursos naturales experimentaron una bonanza económica. Bonanza
que fue alimentada por la mayor demanda desde China y el fuerte aumento en los
precios de estos bienes. En algunos casos, el precio más que se duplico, y llevó
a aumentos inesperado en los ingresos y ganancias de las empresas, pero también
en los ingresos para muchos de los gobiernos de la región.[1] Por ejemplo, para Chile,
el precio del cobre aumentó desde US$1,3lb promedio en el período 2003-2005 a
US$ 3.0lb en el período 2006 – 2009, y a US$ 3.5lb en el período 2010 -2014, y
donde en los últimos dos años su precio promedio no ha superado los US$ 2,5lb.
El mayor precio de
las materias primas y crecimiento económico en la región, que promedio 3,8% en
el período 2004-2014,[2] algo menor que el 4% de la
economía global, y bastante menor que el 8,4% promedio de las economías
emergentes de Asia, permitió en América Latina una importante reducción de las
tasas de desempleo, desde una tasa de más de 10% en el año 2002, a una tasa de
6,3% en el año 2013. La bonanza de los recursos naturales también dotó a los
gobiernos de importantes recursos adicionales que les permitieron implementar
sendos programas de asistencia social. Algunos de estos programas han tenido un
cuestionable impacto en el bienestar social como, por ejemplo, la práctica
extendida en la región de otorgar asistencias de manera indiscriminada a la
población, muchas veces con fines electorales, y que han tomado la forma de bonos
y subsidios a servicios básicos y energía.
Este mayor crecimiento se tradujo en una fuerte caída en los niveles de
pobreza y aumento de la clase media. La pobreza en la región se redujo desde un
43% en el año 2000, a un 23% en el año 2014; y la clase media aumenta desde un
21% en el año 2000 a un 35% en el año 2014. El año 2010 por primera vez en
América Latina el porcentaje de la población que pertenece a la clase media
supera al porcentaje de la población que está en condición de pobreza. En
Chile, la tasa de pobreza disminuye desde 23,7% en el año 2000, a 11,6% el año
2009, y 6.8% en el 2013; y la clase media aumenta desde 31,8% en el año 2000 a
42,5% en el año 2009, y notablemente a 50,9%
en el 2013, donde por primera vez uno de cada dos ciudadanos pertenece a la
clase media.
De acuerdo con el informe “La movilidad económica y el crecimiento de
la clase media en América Latina” del Banco Mundial, el fuerte aumento de la población
que se incorpora a la clase media se explica en más de un 75% por el mayor crecimiento
económico en la región, y las políticas de asistencialistas sólo responden por
menos de un 25%. Este antecedente, da cuenta de la importancia del crecimiento
para la movilidad social, el desarrollo y aumento en el bienestar económico de
las personas. Por ello, es de suma importancia preocuparse por el crecimiento
económico. Si la economía no crece, no se van a obtener los nuevos puestos de
trabajo que demanda el crecimiento de la población y fuerza de trabajo, y van a
ser exiguos los recursos necesarios para promover la innovación y el
emprendimiento, o para renovar y aumentar el stock de capital. En Chile, el
sector privado es responsable de más del 80% del empleo a nivel nacional, y
esto lo transforma en el principal motor de crecimiento económico, desarrollo y
movilidad social.[3]
Con una tasa de crecimiento estimada de 2% para el período 2014-2017, Chile
está lejos de poder generar más y mejores puestos de trabajo que respondan a
las aspiraciones de una población que crece a una tasa de algo más que un 1%
anual.
Con el fin de la bonanza del precio de los recursos naturales, el
viento de popa que por una década fue un impulso adicional para las economías
de la región, hoy se desvaneció. En esta nueva realidad, las economías de la
región se enfrentan al desafío de cómo lograr y sostener elevadas tasas de
crecimiento. Y esto enaltece una vez más la importancia de promover reformas
que generen un ambiente de negocios que sea atractivo para la inversión y
aumenten la competitividad.
El ambiente de
Negocios
El crecimiento económico global y de los mercados relevantes son un
indicador de las posibilidades de crecimiento de un negocio, pero muchas veces
más allá del potencial de crecimiento de la economía o mercado, son otros los factores
que resultan fundamentales para alcanzar el éxito. No solo del ímpetu de los
emprendedores, empresarios y trabajadores depende el éxito de un negocio, ellos
son un pilar fundamental, pero sus posibilidades de éxito también están muy condicionadas
por el ambiente de negocios. El ambiente de negocios está definido por una
combinación de factores internos y externos que influencian la situación
operacional de una empresa, y donde por lo general los factores externos están más
alejados del control de la empresa.
Chile no está solo, y es una economía pequeña y abierta al mundo, que
da cuenta del 0,33% del Producto Bruto mundial y del 0,24% de la población
global. Y en este contexto, no tiene espacio para malas reformas o reformas que
no contribuyan a aumentar la competitividad y el ambiente de negocios, como
ocurrió, por ejemplo, con la evaluación negativa que el Banco Mundial en su
informe Doing Business en 2015 dio a la reforma tributaria aprobada el año 2014.
Ello por el impacto perjudicial que el aumento en el impuesto corporativo tiene
sobre las empresas, y en particular sobre las pequeñas y medianas empresas que
generan cerca del 65% del empleo en el país. Nunca antes el informe Doing
Business del Banco Mundial había evaluado negativamente una reforma en Chile. Si
Chile, sólo unos pocos años atrás lideraba en este ranking a nivel regional,
hoy está en la cuarta posición detrás de México, Colombia y Perú. La fuerte
alza en el impuesto corporativo crea un pesado lastre para las empresas que se
quieran desarrollar en Chile, ello es aún más complejo toda vez que la
tendencia en las economías más desarrolladas va en la dirección de una fuerte reducción de las tasas de impuestos corporativos, como ya se
vislumbra que va a ocurrir en EE.UU. y en el reino Uncido, y con anuncios de tasas
muy por debajo de la tasa de impuestos corporativos aplicarían en Chile.
Los recursos son escasos, y la competencia por atraer recursos es
fiera, donde los países que no son exitosos en promover un clima de negocios
que sea favorable a la inversión, que aumenten la productividad y que le
otorguen una ventaja competitiva sobre otras economías, se quedarán atrás, y
tendrán mayores dificultades para generar el anhelado crecimiento económico con
más y mejores empleos, que son, por lejos, la principal herramienta para
reducir la pobreza y promover la movilidad social.
Además de considerar las variables macro y microeconómicas que
tradicionalmente se usan para evaluar la evolución del ambiente de negocios, como,
por ejemplo, las que se consideran en el ranking del Doing Business, en la
última década hay otras transformaciones mayores en la sociedad y economía
global que no debemos desestimar. Sobre ello, el año 2013 Moises Naím nos da
luces sobre algunas grandes transformaciones que están teniendo un profundo
impacto en el devenir de la sociedad civil, la economía, la comunidad
internacional y del acceso a la tecnología.[4]
El cambio en la sociedad
civil
Somos más, vivimos más tiempo, llevamos vidas más saludables y somos
más educados. En el año 2015 la población en el mundo alcanzó a los 7.350
millones de personas, y se espera que alcance los 9.000 millones de personas en
el año 2040. A esto, se suman grandes cambios en el perfil etario de la
población, donde China, Japón, América del Norte, Europa, Rusia, el Cono Sur de
Sud América y Brasil, caminan con paso firme a tener una población
relativamente mayor, donde, a lo menos, una de cada cuatro personas tendrá más
de 60 años.
También, estamos más conectados, las TIC y las redes sociales han
creado un foro de comunicaciones globales, donde ya no nos sentimos aislados en
nuestra realidad. Y, la ciudadanía ve que puede llevar su voz a los medios de
comunicación, y a través de las redes sociales sentir que su voz cuenta. Con
esto, ha devenido un empoderamiento de la sociedad civil, la que hoy en día se
ve menos tolerante a las injusticias y abusos, y es más crítica, suspicaz y
vigilante. Pero, también, ésta queda expuesta a ser dirigida por actores sociales
externos al sistema formal, de los cuales no siempre se tienen antecedentes acerca
de sus vínculo, ideas y objetivos. Donde, gracias a las TICs, la capacidad de influir
con la palabra es un poder que hoy es más fácil de adquirir. La sociedad civil demanda,
además, más y mejores servicios, es menos paciente y exige soluciones
inmediatas a sus problemas; y reclama a quienes están en el poder, que estén
para servir y no para servirse a ellos mismos.
El crecimiento de la población global más la mayor conectividad, ha venido
acompañada de una fuerte migración de personas, en una escala nunca antes vista.
Las personas se desplazan por conflictos o por buscar mejores perspectivas
económicas, pero más allá de que gatilla su desplazamiento, la gran mayoría
persigue un mismo objetivo que es el de buscar una mejor vida para ellos y su
familia, la búsqueda de la felicidad. Se estima que en el año 2013 hubo 230
millones de migrantes a nivel global, donde han sido las regiones o economías
más avanzadas las que son el destino más buscado por los emigrantes. Este
fuerte desplazamiento de persona, sumado al cambio en los centros productivos
globales, el traslado de trabajos desde una región a otra, y, lamentablemente,
el surgimiento de grupos ideologizados extremamente violentos o el
desplazamiento de los delincuentes, han surgido en algunas regiones
sentimientos encontrados hacia los inmigrantes, y ello lamentablemente ha sido más
allá del gran aporte que por lo general los inmigrantes hacen a la economía
local.
La Primavera Árabe, el voto en el Reino Unido para salir de la Unión
Europea -Brexit-, el rechazo al acuerdo de paz en Colombia, y la reciente
elección de Donald J. Trump en EE.UU., responden a motivaciones que, si bien
pueden ser diferentes, han tenido en común el factor sorpresa que da cuenta de
una desconexión entre las oligarquías gobernantes, los medios de comunicación y
los gobernados.
El desarrollo de las grandes
economías emergentes
El desarrollo de las grandes economías emergentes, como los países
BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sud África) ha traído un cambio en el
equilibrio geopolítico a nivel global, donde el peso geopolítico y económico se
ha movido desde el oeste hacia el
este y desde el norte hacia el sur. Donde, por ejemplo, si 25 años atrás la
economía de EE.UU. representaba más de un 25% de la economía global y China
menos de un 5%, hoy EE.UU. representa menos del 20% y China más del 15%. Junto
con el cambio en los tamaños relativos de las economías de los países más
grandes, también han emergido nuevos centros de poder financiero globales, como
son las plazas de Shanghái y Dubái, y China se ha transformado en una importante
fuente de financiamiento para proyectos de infraestructura a nivel global, en
muchos casos otorgando el financiamiento a cambio de una contraprestación de
bienes y servicios, y de la asignación de los contratos de equipamiento y
construcción. Se estima, que, en una década, China ha invertido más de US$ 250
mil millones en América Latina, superando con ello, al total invertido en la
región por todas las agencias multilaterales de desarrollo.
El mayor peso de las grandes economías
emergentes ha hecho que éstas cuestionen las estructuras occidentales de
gobernanza global, como son las Naciones Unidas, el Banco Mundial, y el Fondo
Monetario Internacional, donde las economías en desarrollo han presionado por
acceder a mayores espacios de voz y decisión, teniendo consciencia de la gran influencia
geopolítica y económica de estas instituciones. Y, como respuesta a una débil acogida
a sus demandas, China ha liderado iniciativas que se han traducido en fundar dos
instituciones de financiamiento alternativas al Banco Mundial y el Banco de
Desarrollo de Asia, como son los recientemente creados Nuevo Banco de
Desarrollo BRICS, y el Banco Asiático de Inversión en Infraestructura (AIIB).
El debilitamiento de los organismos de gobernanza
global, también se aprecia en el rol más activo, por sobre el multilateralismo,
del micro-multilateralismo que ha llevado a la construcción de coaliciones como
son la Alianza del Pacífico, UNASUR, BRICS, etc ..., con grados de éxito diverso.
Acceso y democratización de
la tecnología
Desde la revolución industrial el cambio tecnológico no se ha detenido
y pareciera acelerarse cada vez más. Hoy, el cambio es una constante en nuestra
vida, y hemos tenido que aprender a adaptarnos continuamente. Las nuevas
tecnologías disruptiva o “game changers”, crean nuevos productos, servicios y
mercados, que destruyen aquellos de menor valor. La automatización de procesos,
la inteligencia artificial y la robótica, y la integración y conectividad de
los sistemas ganan cada día mayores espacios de aplicación. Hoy, los teléfonos
inteligentes ya parecen una extensión más de nosotros, y ellos nos permiten
hacer múltiples cosas que hasta hace poco sólo eran parte de las novelas de
ciencia ficción. Este avance tecnológico, si bien hace que las economías sean
más productivas, también pone en riego los trabajos rutinarios, y ello puede incubar
futuros conflictos sociales sobre los que hay que estar atentos y anticiparse con
buenas fórmulas de solución, si quienes pierden sus trabajos, no encuentran
otras alternativas laborales satisfactorias.
Las últimas décadas han estado marcadas por una mayor democratización
del conocimiento, lo que, junto con la caída en los costos de las tecnologías,
ha llevado al fin de la supremacía del conocimiento y la
tecnología por parte de las economías más avanzadas. Por ejemplo, si a fines de
los años 1960, sólo la Unión Soviética, EE.UU., y Francia podían colocar un
satélite en órbita, hoy ya son diez los países que cuentan con esa competencia;
o si a fines de los años 1960 sólo cinco países contaban con generación núcleo
eléctrica, ya hoy son más de 30; y así ha ocurrido con muchas otras tecnologías
y ciencias avanzadas del conocimiento. La mayor democratización del
conocimiento, también se ha visto reflejada en cómo las universidades de los
países en vías de desarrollo comienzan a escalar dentro de los rankings de las
mejores universidades del mundo. Por ejemplo, si los países BRICS en el año
2009 contaban con 47 universidades entre las mejores 800 (QS World University
Rankings), el año 2016 este esta cifra ha aumentado a 88. Así, hoy gracias al
mayor acceso al conocimiento, la competencia en industrias con mayor contenido
tecnológico y de conocimiento más especializado es mayor,
donde, y por medio de la globalización, se observan con fuerza como las ventajas
de costos que vienen asociadas a la producción en masa, llevan al
desplazamiento de los puestos de trabajo.
La ley de Moore que predice que el número de transistores en un
circuito integrado denso se duplica aproximadamente cada 18 meses, no es algo
exclusivo de la tecnología de circuitos, y hoy pareciera tener equivalentes en
muchas otras áreas del desarrollo científico tecnológico.
Internet y la economía
compartida
La tecnología de Internet ha reducido los costos de transacción, facilitando
que las personas se conecten en un ambiente de mayor confianza entre quienes
pueden vender un bien u ofrecer un servicio con aquellos que lo necesitan. Los
primeros indicios del comercio electrónico, si bien, se remontan a inicios de
los años 1970 con ARPANET, son Amazon e Ebay, a mediados de los años 1990, los
que introducen el comercio electrónico de manera masiva. Amazon se inicia con
la venta de libros, e Ebay se desarrolla como un sitio de subastas. Los
sistemas de comercio electrónico en línea han transformado el comercio, y de
manera creciente el volumen de transacciones en línea está desplazando a las transacciones
en tiendas físicas. Y, si bien el comercio electrónico minorista ha existido
por cerca de 2 décadas, y hoy sólo representa un 5% de las ventas en el mundo,
su tasa de crecimiento es excepcional. Mientras el crecimiento en el comercio
minorista tradicional se estima en algo más de 3% anual, el crecimiento del comercio
electrónico supera el 17%.[5]
Un fenómeno aún más reciente, es el de la economía compartida, donde, con
la masificación del acceso a internet, el acceso a computadores y teléfonos
móviles inteligentes, y el desarrollo de las aplicaciones (apps), las personas pueden
compartir el uso de activos como habitaciones, autos, estacionamientos,
embarcaciones deportivas, herramientas, etc... El gran cambio que facilita el
surgimiento de esta economía compartida, está en los menores costos de
transacción, donde la mayor disponibilidad de datos sobre las personas y las cosas,
que de una manera barata, fácil y a gran escala, permiten desagregar los
activos físicos para que sean consumidos como servicios. Antes de internet,
alquilar una habitación, un auto, o un espacio de estacionamiento de otra
persona era factible, pero por lo general problemático y riesgoso. Hoy,
aplicaciones como Uber, Airbnb, RelayRides o Parkme permiten juntar a los
dueños de los bienes con los arrendadores. Además, los sistemas de pago en
línea manejan la facturación, y los teléfonos inteligentes con GPS permiten que
las personas puedan ver dónde está el estacionamiento más cercano, o está aparcado
el coche más cercano para arrendar. Las redes sociales permiten obtener
información del arrendador y el arrendatario, lo que proporcionan una forma de
control sobre las personas y permite crear confianza entre los usuarios.
Somos y seremos más
en un mundo más estresado, donde va a ver una mayor rivalidad por obtener el
control de los recursos naturales, la gestión de las redes globales y por
adjudicarse los grandes proyectos. Y, donde economías pequeñas como la chilena
deben ser muy efectivas en promover un ambiente de negocios que mejore la
productividad y le otorguen una ventaja competitiva a nivel global. Chile, con casi 18 millones de habitantes, no
tiene espacio para malas reformas que no aumenten la productividad y
competitividad a nivel global; y es esencial para su desarrollo, la pertenencia
a alianzas que le permitan al país el acceso a los mercados internacionales.
[1] Donde
esto se dio a pesar de la crisis financiera del año 2008 que afectó a la
economía global, pero de la cual América Latina se recuperó rápidamente gracias
a que ya en el 2010 los precios de los recursos naturales habían recuperado
gran parte de lo perdido.
[2] Muy superior al crecimiento promedio observado en el período
1990-2003.
[3] De
hecho, el porcentaje de empleo público sobre el total del empleo asalariado
llegó a representar el 16% en 2015, según los cálculos de BBVA Research, con
información del Instituto Nacional de Estadística (INE). Ello debido a que los
empleos públicos asalariados promediaron casi 900 mil cupos el año pasado
mientras que el total de trabajadores asalariados en el país fue de 5,6
millones.
Fuente: Emol.com - http://www.emol.com/noticias/Economia/2016/02/15/788320/Empleo-publico-llego-a-record-de-16-del-total-de-trabajadores-asalariados-en-2015.html
[4] En su
libro “El Fin del Poder” (The End of Power: From Boardrooms to Battlefields and
Churches to States, Why Being In Charge Isn't What It Used to Be), Moises Naim propone la tesis de que, en el
siglo XXI, el poder es más fácil de conseguir, más difícil de usar y más fácil
de perder.
[5] http://www.mbaskool.com/business-articles/marketing/12259-e-commerce-threat-to-traditional-retail.html
PRODUCTIVIDAD Y MOVILIDAD SOCIAL
ResponderEliminarNada fácil parece ser lo que se nos viene por delante en materia económica para la actividad de las distintas industrias chilenas, ni el rol que pudieran jugar el Estado con sus políticas públicas en torno a las mismas. Así nos lo señala el profesor y Ph.D. Economics Ricardo Raineri B. quien en su análisis, además de describir y contextualizar el actual estatus del país en la mirada del desarrollo, nos esboza y explica entre otros tópicos, el fenómeno que se asocia con la movilidad social en las clases medias y que adquiere fisonomía de brechas. Y donde por nuestro tamaño y población no se tiene mucho espacio, ni tolerancia para asumir malas reformas, que no propendan realmente a la competitividad y que generen ambiente favorable a la creación de nuevos y mejores negocios, so pena de perder el rumbo en el intento.
Raineri visualiza que esa competitividad en el nivel global, sólo sería posible con la estructuración de alianzas para acceder a los mercados internacionales, y la acción convencida de todos los actores económicos en la gestión de redes, para con los negocios, que debiera expresarse en una fuerte adhesión con las nuevas tecnologías disruptivas, la automatización de procesos apoyada en la robótica, la conectividad e integración de estos mismos; donde todo debiera equilibrarse con el trabajo, especialmente aquel rutinario, espacio donde se arriesgue, probablemente, conflicto social.
En estos frágiles equilibrios, la democratización del conocimiento por el fenómeno de las redes y en las dificultades de la gobernanza, con cierta certeza estarán las claves del éxito o statu quo para salvar los retos que enfrentaremos a partir del 2017.
Edo.Berríos C.