El año 2008, en un discurso ante empresarios de América Latina, el Caribe y la Unión Europea, el presidente de Perú Alán Garcia, expresó sin tapujos que: "Admiramos y apreciamos a Chile, por su experiencia, por su concertación democrática, por su crecimiento, lo único que decimos es que queremos ganarle, queremos ser mejores..." Estas palabras del presidente Garcia sacudieron el orgullo patrio y han llevado a Perú a ser una de las economías más dinámicas y con mayor crecimiento en la región. Las autoridades peruanas han sabido aprovechar el tiempo, y en los últimos años han implementado reformas muy importantes que han impulsado la economía del Perú a ser un importante foco de atención para los inversionistas internacionales. Abriendo con ello grandes oportunidades de negocio para el país.
Las reformas y el mejor clima de negocios que se ha dado en Perú también se han dado en otros países de la región, particularmente en Colombia, que superó a Argentina y es la tercera economía más grande de América Latina, en México y Panamá. Y es así, como la ventaja que otrora tuvo Chile, se ha ido desvaneciendo, y hoy el país debe competir con otros por ser el mejor lugar para hacer negocios en América Latina. Este ha sido el principal mensaje que nos entregó el último informe de Doing Business 2015, donde Chile alcanzó la posición número 41, cayendo desde la posición 34** que tuvo en el informe anterior, Doing Business 2014. Hasta el Doing Business de 2014, Chile lideraba el ranking dentro de los países de América Latina y el Caribe, siendo seguido por Perú (42), Colombia (43) y México (53). Pero hoy Chile ha quedado relegado al cuarto lugar del ranking entre los países de América Latina y el Caribe. Colombia ha tomado la delantera ubicándose en la posición 34, seguida por Perú (35) y México (39). Esta es una buena noticia para la región, y da cuenta de que varios son los países que se han esmerado mejorar el ambiente de negocios. Pero, más allá de lo buena que es la noticia para la región, también da cuenta del desempeño cada día menos brillante que ha mostrando la economía Chilena desde el regreso a la democracia en 1990. Con excepción del gobierno del Presidente Sebastián Piñera (2010-2014), en todos los gobiernos que sucedieron al gobierno del Presidente Patricio Aylwin (1990-1994), la tasa promedio de crecimiento económico cada vez ha sido menor.
Tasa de crecimiento de la economía por ciclo político (%)
En los años 1980 y 1990 Chile, como el resto de América Latina en la década pasada y ésta, tuvo un periodo donde las reformas estructurales lograron eliminar ineficiencias y distorsiones que tenían una solución más simple en términos de su diseño arquitectónico, y que permitieron un crecimiento mucho más fácil que al que se puede aspirar hoy en día. Estas reformas, que eran innovadoras y muy importantes, tuvieron un gran impacto en el crecimiento económico. Sin embargo, después de haber corregido los problemas de diseño macroeconómicos y de diseño macro de los sectores, el camino se hace más complejo para continuar con altas tasas de crecimiento. Las reformas de segunda generación son menos obvias y más complejas, ya que su objetivo es encontrar una puesta a punto adecuada del marco regulatorio, del diseño institucional, y de corregir las distorsiones del mercado que se presentan cuando los países se desarrollan. Al ser más complejo apuntar a la sintonía fina del modelo, es que las autoridades deben ser extremadamente cautelosas en sus propuestas, y por lo general las aspiraciones refundacionales cambiar todo en lugar de entender donde están los defectos que deben ser corregidos, terminan en fracaso rotundo. Para Chile las visiones mesiánicas de querer refundar todo no son nuevas, y sus consecuencias han sido nefastas. Sólo mirando en el pasado reciente, tenemos el ejemplo del desastre del Transantiago. El gran desafío para Chile a nivel mundial es cómo hacer al país más competitivo, cómo sus productos tienen mayor valor agregado y son entregados de una manera más eficiente que lo que lo hacen otros países. La misión es ser más innovadores, mejorar la eficiencia y la competitividad del país, y ha sido en estas reformas de segunda generación que el país se ha quedado atrás. Pero con buenas reformas, también es importante garantizar el entorno político y de negocios, donde los empresarios y los inversionistas no deben sentir su negocio, legítimo y esencial para el desarrollo del país, está sujeto a un cuestionamiento y descrédito permanente por diferentes actores políticos y sociales. Ha sido gracias al actual modelo de desarrollo que Chile pudo acceder a ser miembro pleno de la OCDE.
José María Aznar en su reciente visita a Chile ha señalado que: "Invertir en Chile sigue siendo seguro, pero antes no había dudas que ahora hay". La opinión de Aznar no está aislada, el Diario Financial Times en un artículo sobre América Latina: La fiesta se está acabando para América Latina (The party is ending for Latina America), señala "...Chile, frecuentemente considerado como un modelo de gestión económica sobria. Pero en tan sólo un año, el crecimiento de su economía, dominada por el cobre, se ha reducido de casi el 5% por ciento de un año atrás a algo tan bajo como 1,5% por ciento en el tercer trimestre. El ambiente político de Santiago se ha vuelto tóxico y Michelle Bachelet ha visto la caída de su popularidad después de una aplastante victoria electoral el año pasado", artículo que es complementado por otro en el mismo medio a mediados de octubre: Chile enfrenta una venta más difícil a los inversionistas cuando el crecimiento se frena (Chile faces tougher sell to investors as growth stalls), y señala "Chile captura a la perfección el eslogan de las reuniones del Fondo Monetario Internacional y del Banco Mundial de la semana pasada: la "nueva mediocridad". Después de siete meses de la nueva administración de la presidenta socialista Michelle Bachelet, el crecimiento se ha estancado en Chile y la inflación está presionando al alza."
Si bien Chile es el país de mayor ingreso por habitante en la región, y el que lidera en términos de otros indicadores de desarrollo social y económicos, es un país pequeño, y sus únicas posibilidades de desarrollo están determinadas por lo eficientes que se logre ser respecto de la economía global y de lo atractivo que el país sea para la inversión extranjera.
La reforma tributaria que, entre otros, incrementa los impuestos a las empresas de 20% a 25%, se espera que aumente la recaudación fiscal en tres puntos porcentuales del PIB, con el objetivo de financiar la reforma educacional, que en nada garantiza que la calidad de la educación vaya a mejorar. Un artículo publicado esta semana en el Wall Street Journal: El milagro de Chile va en reversa (The Chile miracles "goes" in reverse) , da cuenta de los enormes riesgos que presenta la reforma educacional impulsada por el Gobierno. Si bien las principales reformas de la actual administración no han tirado por la borda el modelo de desarrollo que le permitió a Chile ser un referente, si ponen dudas respecto de sus beneficios y el riesgo que significan para el crecimiento económico del país.
Los ingresos fiscales son aproximadamente un 20,8% del PIB, y el objetivo de la reforma es incrementar esa recaudación en 3 puntos porcentuales adicionales el 2018, para llegar a una cifra cercana a 23,8% del PIB. Si el impacto de la reforma tributaria es castigar la tasa de crecimiento en 2 puntos porcentuales (el 2013 la economía creció cerca de 4,5% y para este año 2014 la cifra no superaría el 2%), entonces la mayor recaudación que se obtendría en el corto plazo, cuando la reforma esté implementada, no compensa la pérdida de crecimiento económico y los mayores recursos que obtendría el Fisco por esta otra vía. Con la economía creciendo a tasas de 4,5%, sólo por el efecto del mayor crecimiento, y en una ventana de cuatro años, la economía entregaría al Fisco ese 3% de recursos adicionales que se obtienen con la implementación de la reforma tributaria pero con un elevado riesgo de frenar el crecimiento del país. Además, con un mayor crecimiento manteniendo los ingresos fiscales en 20,8% del PIB, después de cinco años los ingresos fiscales en términos absolutos superarían con creces los que se obtendrían con la reforma tributaria que busca en el corto plazo elevar los ingresos de aproximadamente 20,8% a 23,8%. Por lo tanto, si el costo de la reforma es un menor crecimiento, la reforma nos va a hacer a todos más pobres, el Fisco obtendría un porcentaje mayor pero de un PIB más chico, y no sólo serían menores los recursos que recibe el Fisco sino también los recursos que quedan en las manos del resto de la ciudadanía y economía. Si el costo de la reforma tributaria ha sido sacrificar el crecimiento, entonces el país ha hecho un muy mal negocio.
Tasa de Impuesto Corporativo OECD (%), Mayo 2014
Desde el regreso a la democracia en 1990, y con excepción del período del gobierno del Presidente Sebastián Piñera (marzo 2010 - marzo 2014), el desempeño económico del país, medido por su tasa de crecimiento promedio, ha sido cada vez menor. Chile necesita de buenas reformas, en el sector energético, educación, salud, pensiones, y muchas otras, y ciertamente las reformas que ha estado impulsando la actual administración generan muchas dudas tal como lo ha señalado José María Aznar.
Con el reciente informe de Doing Business, Alan Garcia tiene mucho que celebrar, y en ello ha existido una gran merito del pueblo y los gobiernos del Perú, pero también una gran cuota de responsabilidad de los gobiernos en Chile que han estado en un letargo y no han llevado adelante las buenas reformas de segunda generación que el país necesita para dar un fuerte impulso al crecimiento económico.
** Lugar número 39 si a los datos del Doing Business 2014 se les aplica la nueva metodología.
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